miércoles, 20 de noviembre de 2013

Siempre me fui



Temple Gardens - Paul Klee

Siempre me fui, nunca estuve ni llegué del todo. 
Toda la vida arribé a muchos puertos, muchas ciudades. Como si se trataran de personas intenté quererlas, le puse empeño pero nunca fui terminantemente digno ni amigable. 
Pretendí visitar sus rincones, las esquinas, sus curvas y calles perdidas pero finalmente nada de esto fue para mí, me creí turista sin haber salido ni conocido, fui extranjero, ajeno, visita.
Me abrieron las ciudades sus puertas, me entregaron sus llaves, fui invitado a ser ciudadano y llegué siempre tarde o a destiempo. Y las ceremonias se fueron terminando y las medallas y los pasaportes quedaron a otros.
Disfruté, sin embargo, de sus colores, sus ocasos, la tibia luz de sus faroles mirándome. Pero las ciudades nunca fueron mías, siempre fueron lejos, otras, distintas para mí que para el resto.
Yo busqué los caminos, las entradas, el albergue y el reparo pero todo fue un trámite rápido.
Las ciudades me dieron la venia del saludo, un holaquetal, y yo queriendo quedarme partí siempre tomando el rumbo incorrecto: queriendo llegar siempre me fui.
Y al darme cuenta, deshaciendo mis pasos, buscando volver, solo me encontré la puerta de mi vejez, perdido y de nuevo en el camino, desamarrado, sin ningún puerto.
Toda la vida eso, queriendo volver, volver, me fui, me fui perdiendo.






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