viernes, 23 de marzo de 2012

Movimiento



¿Es posible la paradoja del movimiento en un sólo punto? 
Siempre aquí, llegando a vos.







                                                       Respirándote

























jueves, 15 de marzo de 2012

Peor que el concreto


    Es peor que el concreto. 
   Sigo y sigo martillando pero esto es peor que el concreto. No puede ser, tiene que poder romperse de alguna manera  ¡Qué roca más dura!
    Hace calor aquí pero afuera está el frío. No entiendo, ya probé con todo, sólo me queda la tozudez pero ésta también se me está por quebrar. En el piso quedan restos de mazas, martillos, mechas partidas, picos y cortafierros pero esto no se rompe. Mi mejor golpe apenas ha descascarado su superficie ¿Dónde estaré? ¿Faltará mucho para terminar de atravesar esta montaña? El otro día encontré una veta más blanda y avancé medio metro, fue toda una victoria, hoy no logro ni medio centímetro.
    Esto se pone desesperante, me produce picazón en todo el cuerpo pero debo mantener la calma, debo encontrar serenamente una forma de avanzar. Miro atrás y veo todo lo profundo que estoy, no es poco pero ya me está impacientando. Tengo hinchados los dedos, adoloridas las manos, golpeados de tanto martillar los músculos del brazo y del hombro; mis palmas son una mezcla de callos, ampollas y heridas abiertas.
    ¡Puta que me duele todo!
   No logro entender qué es esto tan duro. Este material no puede ser de este mundo.
  El aire se enrarece cuando el polvillo cae, debo parar no pocas veces porque me falta el oxígeno, los ojos se me irritan, me cuesta ver con claridad. En este socavón cada tanto sueño que rompo la última roca y cuando salgo caigo a un abismo. Despierto gritando, con la sensación de que no hay alegría al terminar, me queda en el pecho el sentimiento de que después sólo está el vacío. Es difícil seguir así, se desgasta el convencimiento todo lo que no se gasta la piedra.
   En ocasiones paro de martillar porque escucho voces en el túnel, detrás mío a cierta distancia, pero no puede ser, estoy seguro que estoy sólo aquí, cada vez que miro atrás compruebo que es así. Pero más me inquieta que a veces reconozco las voces, suenan a palabras que he escuchado, a gente que he conocido, a situaciones que he vivido. A veces están muy cerca, otras no tanto.
    - Sí, te dije que te calles.



lunes, 12 de marzo de 2012

La luna en nuestros pies

By Carina Felice Fotografías
      La mandarina que ya fue, la banana que es sólo cáscara y la manzana que puede contar que es semilla, que ya es únicamente semilla. 
La cena se está yendo en platos levantados, el agua última de la mesa llueve sus pocas gotas en la garganta y nuestras piernas se estiran verticales sobre el piso sosteniendo con quejas el cansancio nocturno, entendible, esperable, que porta un cuerpo, dos, el de cada uno, el mismo que llevamos al trabajo, casi idéntico al que vuelve a descansar.
      “Llegó mi hora de dormir”, dice mi chica linda, “me voy”, y desplaza un beso al vuelo, descuelga un abrazo y despide, sobre todo, a Bonita, cosita linda, monstruo de la casa, a veces de papá, otras tantas de mamá, muchas de los dos. 

      Mi nena interrumpe su trepada a la silla, su escalada a mi espalda, su asalto al grito de ¡upa! para derramar una despedida, una noche más, otra como única, decirle “chau” a la mamá, quererla un beso, dejarse un abrazo y ver cómo una escalera la sube, un noticiero se enciende y un sueño hecho de madera se pone a roncar aserrín y mujer en frazada con boca abierta.
      La noche continúa para nosotros, búhos, grillos, batracios de estrellas acampadas en los ojos, cosita de 3 años y yo -crick-crick- de unos 35.
      Siempre fue así, ella nocturna y yo de la noche, una hora tal vez, dos quien sabe, que reponemos ausencias diarias, diurnas, de soles y nubes, ella con medio jardín de infantes y yo con doble trabajo. Relevo parental, recauchutaje de amor filial.
      Rincón mediante estas cosas se hacen en lugar específico, cocina no es lo mismo que sofá, ni sillón que mesa. Ventanal a la calle gana partida a pared, calefacción se levanta en graduación para chusmear y Bonita y yo, sillón, camperas y ventanal hacemos nuestro lugar para hablar y observar.
      El auto viejo y feo se despereza a sólo metro y medio, estacionado, frío y blanco de luna. Una estrella más fuerte que otras abolla un brillo sobre el capó y con mi chiquita contamos cables, líneas de teléfono, de electricidad y de televisión que no transmiten la noche, colgados de una columna justo por arriba de la visual del auto.
      Nuestras piernas se estiran sobre el respaldo, las de ella se proyectan verticales sobre el techo, las mías se doblan sobre la cabecera, con las rodillas apoyadas en el aire, las espaldas contra el asiento, las cabezas bordeando el ventanal, los ojos cayendo al cielo, bajo nuestros pies la noche y la tierra se invierten y trastocan roles:


      Tilo de luna, constelación de cables y auto blanco, dos brillos en línea recta allá bien alto en la tierra, próximos a una nube de teja que amenaza con taparlos. Noche fría y avión que titila panza arriba. Unos pasos fugaces cruzan oblicuos sobre el oscuro del asfalto, un refucilo de coches traza un zigzagueo veloz. El rocío que asciende, las pocas nubes que pispean.
     Pequeños soles de otras galaxias observan este cuadrante de la Vía Adrogué, pampa, jazmín y hiedras. El cielo se acomoda boca arriba, como descampado que es de cardos y dientes de león encendidos, mientras desde acá en el suelo, en esta bóveda convexa, se observa que los faroles de la calle sideral dibujan líneas de monstruos míticos irrepetibles.
      La noche se mueve ya hacia el oeste, bajamos los escalones. Pis, cepillo de dientes y pequeña pléyade de cuentos. La frazada bosteza, los besos de las buenas noches se alinean. Una luz que se apaga, otra que no, y la Cruz del Sur que se arrincona en mi cuarto hasta la próxima vez que nos encuentre con la luna en nuestros pies.


viernes, 9 de marzo de 2012

Al partir el tren



Al partir el último tren a Glew quedó un vaho anónimo, palpable en la espesura del aire.
Nada recordaba que fuera de humanos.







martes, 6 de marzo de 2012

Luego de muchos años volvió



Luego de muchos años, volvió.
Mañas, gestos, palabras: no cambió nada.
Nada para bien.
En el aire la última vez, aquella cena.
Volverá a partir antes de despertar.