jueves, 13 de septiembre de 2012

El chocolate


   Era caliente el chocolate, hacía calor y estaba muy caliente el chocolate.
   Yo no sé qué se les daba por vestirme con moñito y mocasines blancos. El cumpleaños era en pleno verano y yo ataviado de señorito. La pelota de fútbol y el partido con los chicos al llegar no iba con camisa recién planchada. Como robocop del desierto, áspera la tela nueva, caminaba duro por culpa del almidonado y las gotas gruesas de sudor chorreándome en la cara, caían por dentro de la camisa, primero dura y luego dura y mojada.
   Lo pegajoso, lo grasiento del cuello cocinado en su propio jugo, era la convicción que de lo molesto a lo irritante los límites siempre podían correrse un poco más.
   Para peor corría y me gritaban que no corriera, trepaba y me hacían bajar, me tiraba al suelo y otro grito me levantaba.
   El estátequieto no era para cumpleaños, los cumpleaños de chicos no eran para etiqueta, el chocolate caliente no era para el calor y la taza quemaba.
   Sentado de castigo en la silla de la sala, entre conversación de viejas, galletita en mano con empalago de torta de chocolate y dulce de leche enfrente, una gota más se me desliza por la nariz y el ¡plop! dentro de la taza.
   De reojo controlo a mi madre.
   Saboreo.
   El chocolate está mejor.

jueves, 6 de septiembre de 2012

No se van en silencio las noches

No se van en silencio las noches, 
se van con todas las voces oscuras no dichas, 
                                                perdidas, 
                                               guardadas, 
                                              pensadas, 
sin enunciado alguno.
Se van las noches murmurando y 
-con la voz seca- 
cierran los ojos 
            esperando decir amanecer.