lunes, 23 de septiembre de 2013

Yo porto mis cicatrices

By Eiti Leda (*)

yo porto mis cicatrices del lado equivocado 
                                     y las llevo donde no voy
diestro nací pero zurdo quedé siempre herido
en la frente encuentro las marcas de poner el cuerpo
mis ideas encallan en los pies
en la boca, mi corazón cicatriza todos los días
en cada suspiro, con cada ay de dolor
respiro profundo por las venas
y mis poros exhalan las palabras que llevo en silencio
parado aquí, frente a vos
soy física, materialmente
los sueños, las pesadillas, que nadie soñó
no estoy quieto ni estático, bonita
sólo remo a contracorriente
y a flote, a vela, a viento en popa
estás vos. 































(*) Gracias por la mano que me diste Eiti.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Gotas de carbón




Llueven oscuridades en gotas de carbón, 
retumban mis techos. 
Ventanas de hollín, 
ráfagas 
silbidos, 
nubes que estallan. 
No hay chispas ni fuegos 
                     en este cielo, 
sólo rayos negros. 
De un vórtice, un agujero, 
          de tanta materia oscura, 
en este poco pecho
 me abrigo yo. 


















viernes, 6 de septiembre de 2013






Un camalotal de soles flota y crece en mis ojos.
Aguas de primavera.
Bajan, inundan ya.





























miércoles, 4 de septiembre de 2013

El tren más grotesco


La muchacha del Circo (1999) - Rodolfo Medina

   El tren se empeña en parecer lo más grotesco de un circo. 
   Así tenemos al sin patas que, sentado sobre un buffle procede al karaoke con la mejor impostación (su fiel asistente empuja el aparato musical cual carrito de discapacitados).
   Un sordomudo entra a los gritos pronunciando nada y agitando en nuestras caras un gran vaso con monedas.
   Un gordo de remera y pullover cortos exhibe el ombligo más gigante del mundo mientras vende los clásicos enganchados del amor con Sandro, Nícola di Bari y María Marta Serra Lima haciéndole el coro.
   La ciega cantautora de folclore, enana por cierto, compite a los gritos con el hombre mini componente, el cual corre con ventaja de volumen llenando hasta tres vagones de cumbia y salameros reggaetones.

   Una embarazada malabarista y tres hijos equilibristas no logran conmover a nadie y entre cambio de vías, frenadas y aceleres, hacen sus mejores piruetas agarrados de un solo pasamanos roto. 
   En la magia de Temperley las puertas se abren como telón y un enroque de personas demuestra que donde había uno muy apretado entran seis más. La muchedumbre, la muchachada y la punguería seguirían pujando por entrar pero el tren cierra las puertas: la función debe continuar.
   El público como siempre, cabizbajo y meditabundo, raramente aplaude. Sin embargo, payasos que opinan de todo y por todos nunca faltan
   Al final del recorrido, en la estación principal, unos corren y otros simplemente escapan. 
   En la despedida, tintineos de silencios quedan por todo ¡turuntumtúm plishhh! final.
   Nueva gente entra, se agolpa, un hombre-dragón abre la boca y la función vuelve a empezar.