jueves, 15 de marzo de 2012

Peor que el concreto


    Es peor que el concreto. 
   Sigo y sigo martillando pero esto es peor que el concreto. No puede ser, tiene que poder romperse de alguna manera  ¡Qué roca más dura!
    Hace calor aquí pero afuera está el frío. No entiendo, ya probé con todo, sólo me queda la tozudez pero ésta también se me está por quebrar. En el piso quedan restos de mazas, martillos, mechas partidas, picos y cortafierros pero esto no se rompe. Mi mejor golpe apenas ha descascarado su superficie ¿Dónde estaré? ¿Faltará mucho para terminar de atravesar esta montaña? El otro día encontré una veta más blanda y avancé medio metro, fue toda una victoria, hoy no logro ni medio centímetro.
    Esto se pone desesperante, me produce picazón en todo el cuerpo pero debo mantener la calma, debo encontrar serenamente una forma de avanzar. Miro atrás y veo todo lo profundo que estoy, no es poco pero ya me está impacientando. Tengo hinchados los dedos, adoloridas las manos, golpeados de tanto martillar los músculos del brazo y del hombro; mis palmas son una mezcla de callos, ampollas y heridas abiertas.
    ¡Puta que me duele todo!
   No logro entender qué es esto tan duro. Este material no puede ser de este mundo.
  El aire se enrarece cuando el polvillo cae, debo parar no pocas veces porque me falta el oxígeno, los ojos se me irritan, me cuesta ver con claridad. En este socavón cada tanto sueño que rompo la última roca y cuando salgo caigo a un abismo. Despierto gritando, con la sensación de que no hay alegría al terminar, me queda en el pecho el sentimiento de que después sólo está el vacío. Es difícil seguir así, se desgasta el convencimiento todo lo que no se gasta la piedra.
   En ocasiones paro de martillar porque escucho voces en el túnel, detrás mío a cierta distancia, pero no puede ser, estoy seguro que estoy sólo aquí, cada vez que miro atrás compruebo que es así. Pero más me inquieta que a veces reconozco las voces, suenan a palabras que he escuchado, a gente que he conocido, a situaciones que he vivido. A veces están muy cerca, otras no tanto.
    - Sí, te dije que te calles.



No hay comentarios: