Uno conoce las vías subterráneas
como se conocen los ríos pequeños
y pedregosos:
precipitados,
sonoros,
llenos de curvas y
contracurvas.
Subidos a este barco
viboreamos
kilómetros
en aguas de hierro y durmientes,
metidos en un follaje inmóvil
de piedra
y claroscuro.
Bajo nuestros pies
los monos aúllan chirridos de metal.
En breve, afloraremos
como agua u hormigas
para inundarlo todo
para inundarlo todo
o ser devorados.
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