martes, 3 de abril de 2012

El río huele a dulce


El río huele a dulce
 a yerba
y tabaco humeante
      flota en fardos de algodón.

Cuando es víbora entre barrancos
alumbra los verdes
                     y olvida
  las jangadas.

En los ojos
                   lo llevo
con camalotes, con alimañas.
Mis manos empuñan sus remolinos
en el pecho me inquietan
                              las aguas mansas.

Una quilla me navega
    en la correntada lastima
en muchos vientos confluyo
  y cuando 
zarpo 
busco ser otros ríos 
pero cada tanto
llego
y me hago mar.